Primera despedida…
Una ilusión sin rostro, un anhelo sin
fundamento, creí tocar el cielo y solo estaba durmiendo, jamás te conocí, eras
mi creación perfecta a mi imagen y
semejanza, te adueñaste de mi corazón de mi alma y de mi vida sin siquiera
intentarlo, ¿para qué? Si eras el sueño perfecto, no te hacía falta hacer
ningún esfuerzo.
Creí enloquecer ante tu primer rechazo,
creí tocar el cielo con tu primera propuesta, necesidad de magia e irrealidad,
desperté de pronto, sola, íngrima y sin una figura que evocar como referencia,
no olías a nada, no tenías presencia, mi imaginación lo era todo, arquitecto y
fabricante de la más cruel de las mentiras extraída de mis vivencias.
Tu inexistencia era un vacio imposible
de afrontar, tenías que existir de cualquier manera, tan profundo el abismo
como la sensación de sentirme colmada por el amor que florecía, efímero,
volátil, etéreo, el más engañoso de los
sentimientos, el creado por la necesidad de compañía. ¡¡¡Desgraciada soledad!!!
que me juega malas pasadas, que me lleva
en sus brazos a creer en cuentos de magia, a rasgar mis barreras, a burlar mis
defensas y a excitar mis más íntimos deseos.
No te recuerdo, no dueles, no eres, no te has ido, porque jamás has existido. Siento que
nada haces en mi cabeza, ya no te quiero allí, donde intento atrapar el
viento y materializar mis pensamientos, ya no quiero ver tu imagen y pensar que quizás… en algún momento, pueda verte y conocerte,
quiero decirte adiós de una vez por todas y para siempre, en paz, sin deuda y
seguir adelante tranquila con mi propia
vida. Quiero dejarte ir sabiendo que tu
verdadero nombre es “excusa” porque
pensando en ti dejo de pensar en mi misma.
Me retiro, te dejo ir en paz de mi
mente, me retiro, me voy en paz sin pretender estar en la tuya. Acepto que nada
tengo que ver contigo, acepto que no me dueles, acepto como un aprendizaje de
vida lo que trajo el co-crearte. Cierro esta experiencia, decido aprender de
otra manera, y agradezco que no te materialices en otra vivencia.
Me perdono por todas las acciones en las
que me sentí culpable contigo, no te perdono a ti porque nada tengo que
perdonarte, nadie tiene que perdonar a
nadie, es propio el deber y el derecho de reflexionar
sobre la propia existencia.
Vivo desde el amor hacia mí, y el
respeto que me tengo, estoy presente en mí,
para mí y por mí.
Gracias…
Hasta
siempre…