jueves, 4 de diciembre de 2014



Primera despedida…

Una ilusión sin rostro, un anhelo sin fundamento, creí tocar el cielo y solo estaba durmiendo, jamás te conocí, eras mi creación perfecta  a mi imagen y semejanza, te adueñaste de mi corazón de mi alma y de mi vida sin siquiera intentarlo, ¿para qué? Si eras el sueño perfecto, no te hacía falta hacer ningún esfuerzo.

Creí enloquecer ante tu primer rechazo, creí tocar el cielo con tu primera propuesta, necesidad de magia e irrealidad, desperté de pronto, sola, íngrima y sin una figura que evocar como referencia, no olías a nada, no tenías presencia, mi imaginación lo era todo, arquitecto y fabricante de la más cruel de las mentiras extraída de mis vivencias. 

Tu inexistencia era un vacio imposible de afrontar, tenías que existir de cualquier manera, tan profundo el abismo como la sensación de sentirme colmada por el amor que florecía, efímero, volátil, etéreo,  el más engañoso de los sentimientos, el creado por la necesidad de compañía. ¡¡¡Desgraciada soledad!!! que me juega malas pasadas,  que me lleva en sus brazos a creer en cuentos de magia, a rasgar mis barreras, a burlar mis defensas y a excitar mis más íntimos deseos.

No te recuerdo,  no dueles, no eres, no te has ido,  porque jamás has existido.  Siento que  nada haces en mi cabeza, ya no te quiero allí, donde intento atrapar el viento y materializar mis pensamientos, ya no quiero ver tu imagen  y pensar que quizás…  en algún momento, pueda verte y conocerte, quiero decirte adiós de una vez por todas y para siempre, en paz, sin deuda y seguir adelante tranquila con  mi propia vida. Quiero dejarte ir  sabiendo que tu verdadero nombre es “excusa”  porque pensando en ti dejo de pensar en mi misma.

Me retiro, te dejo ir en paz de mi mente, me retiro, me voy en paz sin pretender estar en la tuya. Acepto que nada tengo que ver contigo, acepto que no me dueles, acepto como un aprendizaje de vida lo que trajo el co-crearte. Cierro esta experiencia, decido aprender de otra manera, y agradezco que no te materialices en otra vivencia.

Me perdono por todas las acciones en las que me sentí culpable contigo, no te perdono a ti porque nada tengo que perdonarte,  nadie tiene que perdonar a nadie, es propio el deber y el  derecho de reflexionar sobre la propia existencia.

Vivo desde el amor hacia mí, y el respeto que me tengo, estoy presente en  mí, para mí y por mí.

Gracias…

 Hasta siempre…







sábado, 29 de marzo de 2014





Sentir…






Siento tu presencia,

Siento tu deseo,

Siento como siente quien siente con clamor.

Deseo tu mirada y tu mano bien ardiente,

Tocando cual naciente  mi floreciente pasión.

Dame con tus ganas llenas de lujuria, una bocanada de aire espeso y caliente,

Dame que te doy asertivo y con atino, la transparencia de un instante vivo y latente.

Toma mis caderas, presiona con tu cuerpo, desnuda mis sentidos y penetra en mis adentros.

Mira que me entrego a mi hombre bien ardiente, sin ápice de recelo  o vestigio de pudor.

Dame de  tu néctar alimenta mi fiereza,

Dame de lo tuyo,

Dame lo que tienes,

Estimula mis sentidos,

Aflora sensaciones,

Has que cobre vida,

Has que me haga tuya,

Despojada de prejuicios,

Toda…  plena… silente…  sosegada,

Y  por pura vocación…




Jaineth Méndez


viernes, 7 de marzo de 2014


Espejísmo…

Aun hoy sigo temiendo que se comunique, que un “no consigo olvidar” me haga saber que es recíproco, que quiera intentar por tercera vez lo que hasta ahora ha sido en vano, que su indecisión arrebate mis fuerzas e interrumpa mi viaje,  ese viaje que he emprendido…

Su rostro enigmático y su misteriosa voz se desdibujaron de mi mente, la noche anterior se despidió invitándome a soñarlo, su calidez quedó como aliciente ante la intensa espera ya anunciada, con la firme promesa que tras horas de ausencia estaría de nuevo conmigo. ! Al fin se comunicaba !  para hacerme  saber lo que había decidido…

 Era viernes a media tarde,  yo cantaba y arreglaba cosas,  ávida de él, lo deseaba con locura,  imaginaba muchos momentos, toda mi pasión estaba desbordada, la ansiedad no cabía en mi pecho, fantaseaba y vivía plena de alegría al recrearme en los brazos de ese hombre.  ! Que por fin había llegado a mi vida !

 “Hablé con mi mujer”, fue su primer mensaje, anunciando su respuesta,   sentí  apoderarse de mi columna el frío propio de la incertidumbre, éste recorría  todo mi espina hasta llegar al cerebro, solo logré articular un pensamiento “lo había hecho”, en fracción de segundos  llegó otro mensaje, éste decía  que ella lo sabía todo, que aún la amaba y que no podía seguir con este juego un minuto más, porque eso le hacía daño y ella no merecía su engaño, que no lo buscara, que siguiera con mi vida y que lo dejara en paz.

Esos segundos fueron los más desconcertantes que recuerde haber vivido, entre la música de fondo, los guantes en mis manos, los libros en la mesa y toda la faena de limpieza, estaban mis ilusiones cayendo estrepitosas y destrozándose ante mis ojos, todo en cámara lenta.  “Pero si no la ama”, repetía veloz mi mente,  mis oídos zumbaban,  me sentía aturdida y mi voz apenas pudo escapar de tan tórrido momento. Rompiendo el silencio que profundo e hiriente se hizo de pronto, pude exclamar, con gran dificultad  y sorpresa, un tenue “no me hagas esto…”.

Ese viernes todo estaba decidido, tenía la esperanza de que fuera una broma, pero no tarde un instante mi propia consciencia en decirme que era real lo que sucedía, que absolutamente todo era válido, a fin de cuentas estaba involucrándome con un hombre comprometido,  "pero si ese hombre no era mío" Repetía en mi mente, haciendo eco mi conciencia con su traje de verdugo y decapitando toda ilusión y anhelo.

Mi desespero nublado no tardó en disiparse, pronto comprendí y acepté que mi mayor estimulante no estaba en Buenos Aires, que mi más intenso sueño estaba encarcelado en mi mente, que jamás había sentido un milímetro de su cuerpo, que su olor era inexistente, que un genio maligno por puro capricho había envenenado mi cuerpo y mi alma,  que no podía ser la misma, que debía recorrer hacia mi centro los cinco mil kilómetros de distancia que nos separaba, si quería salvarme, debía rescatarme y despertar de ese sueño que me produjo su espejismo... Ese sueño que aún hoy evocarlo perturba mi quietud y mi imaginación... Ese sueño que se niega a sucumbir y quedarse en el olvido…


Jaineth Méndez